ALAI AMLATINA, 01/03/2010.- A menos de 100 días de las elecciones para
presidente de la República en Colombia, la decisión de la Corte
Constitucional de declarar inexequible el referendo reeleccionista (no
va), ha sido un acontecimiento importante para la política colombiana.
No creo que histórico, pero sí importante.
Quienes hacían fuerza para que el referendo no pasara el control
constitucional planteaban que Uribe tenía todos los medios para obtener
la mayoría de los 7 millones de votos necesarios para reelegirse por
segunda vez (tercer mandato consecutivo) en un eventual referendo.
Los programas subsidiados (cerca de 3 millones de familias), el fuerte
control de la nómina del Estado (más de 500 mil de familias), la
población vinculada a las fuerzas armadas (policía, ejército,
inteligencia formal e informal) y los sectores altamente influenciables
por su política de miedo frente a las artificialmente agrandadas
"amenazas terroristas" (guerrilla y el bolivarianismo chavista), le
daban una alta probabilidad de triunfo.
Desde otra perspectiva alguien podría decir que la Corte Constitucional
salvó al uribismo de una derrota en las urnas. Que ese ejercicio
electoral hubiera podido ser una batalla decisiva en la tarea de
desmontar ese proyecto narco-fascista que todavía se cierne sobre
nuestro país. Que el presidente venía mermado en su capacidad de control
y que su imagen estaba siendo fuertemente afectada por los escándalos de
corrupción y por su errada política en salud. En fin, hay argumentos.
La caída del referendo reeleccionista obliga a Uribe a diseñar una
estrategia segura para endosarle ese poder a un sucesor-encubridor.
Desde la perspectiva del imperio y del bloque oligárquico dominante el
problema consiste en cómo impedir que en Colombia accedan al poder
político (gobierno) las fuerzas proclives a marchar por el camino de la
2ª independencia que es transitado por la mayoría de países de
Latinoamérica y el Caribe. Uribe, para ellos, sólo es un accidente
menor; la defensa de sus intereses estratégicos es lo fundamental.
El panorama electoral podría resumirse así: el sucesor señalado por
Uribe es Juan Manuel Santos (liberal uribista presidente del partido de
la "U"). Germán Vargas Lleras (liberal disidente a la cabeza de Cambio
Radical), el más derechista y neoliberal de los candidatos se postula
como el consecuente continuador de la política uribista. Nohemí Sanín
(conservadora uribista), está en la misma postura, haciéndole pequeños
acomodos a la política social. Rafael Pardo (liberal) rechaza tibiamente
algunos aspectos de la política autoritaria de Uribe pero en lo
económico es absolutamente neoliberal. Sergio Fajardo (ex-alcalde de
Medellín, sin partido, recogió firmas para inscribirse) se destaca por
su indefinición programática: su frase "ni uribista ni anti-uribista" ya
no le va servir. Los "trillizos" (partido verde con tres ex–alcaldes de
Bogotá como candidatos: Mockus, Peñalosa y "Lucho" Garzón), están
dedicados a perfeccionar aspectos secundarios del ejercicio de la
política en medio de una mezcla de posturas ideológicas de difícil
cocción. Gustavo Petro (Polo Democrático Alternativo) representa a la
izquierda democrática.
Decíamos en anterior artículo que esa dispersión le sirve al
establecimiento oligárquico mafioso y a los intereses imperiales. Se
corre el peligro de que en la primera vuelta presidencial Santos y
Nohemí Sanín o Vargas Lleras obtengan los dos primeros lugares, quedando
sólo la opción del voto en blanco para la segunda vuelta para los que
aspiran a un cambio en nuestro país. Sería una desgracia monumental.
Las elecciones parlamentarias y las consultas internas del Partido
Conservador y Verde Opción Centro (14 de marzo), en lo inmediato, se
convierten en referentes importantes para consolidar posiciones. El
uribismo pretende obtener las mayorías parlamentarias. Tiene los
recursos del Estado, de la mafia y de los grandes empresarios. Los demás
partidos, a excepción del conservador, se juegan sus restos en forma
dispersa, sin coherencia y sin estrategia.
El partido conservador va a salir fortalecido de ese ejercicio de
consulta interna. Le sirve para posicionar su candidato - que va a ser
Nohemí -, y para obtener importantes resultados para el congreso. Para
los "trillizos" será una prueba de fuego. "Lucho" será el ganador pero
habrá que ver con qué cifras. Van a continuar con esa aventura suicida
si obtienen un número de votos similar a los obtenidos por el Polo en su
consulta del pasado septiembre (27.09.09), que fue de 450.000 votos. Si
no lo consiguen, tendrán que llegar a acuerdos con Fajardo o con Petro,
y allí se acaba su proyecto político. No la tienen fácil.
En el Polo las elecciones parlamentarias tienen un doble juego. Primero,
revalidar el apoyo a la propuesta que encabeza Gustavo Petro que exige –
por lo menos – mantener el mismo número de parlamentarios. En lo interno
se juegan cuatro fuerzas: la izquierda tradicional representada por
Robledo, Gloria Ramírez, Avellaneda y otros candidatos menores; los
burócratas-liberales - los denomino "anapo-samperistas" - representados
por Iván Moreno, Jaime Dussán, y muchos otros candidatos patrocinados
por la "Casa Moreno"; la socialdemocracia, mermada sin sus figuras Lucho
y Petro, están representados por Jorge Guevara, Marcelo Torres, Parmenio
Cuéllar y Mauricio Ospina, y las fuerzas renovadoras encabezadas por
Camilo Romero, joven candidato de "Vamos Independientes", quien en
algunas regiones avanza en forma sorprendente.[1]
Los hermanos Moreno (Samuel, actual alcalde de Bogotá y su hermano Iván)
desean fervientemente obtener la mayor votación dentro del Polo para
posicionarse frente a cualquier gobierno que sea elegido. Su ambición es
la presidencia del 2014, y aspiran a proyectarse hacia allí de la única
manera que saben hacerlo: el clientelismo político. Si logran colocarse
a la cabeza del Polo estarán dispuestos a negociar varios ministerios
con el próximo gobierno. Cualquiera que sea. Derrotar esa "corriente" y
práctica política es la principal tarea de quienes vemos en el Polo una
herramienta de cambio.
A este sector que pretende revivir el "rojas-pinillismo"[2] no le
interesa para nada el futuro de Petro. Aspiran a "quemarlo" porque puede
ser su mayor obstáculo en el 2014. Por ello el candidato del Polo debe
saber que su principal potencial debe ser explorado directamente entre
los amplios sectores populares y de clases medias que no participan –
por ahora – en el "carnaval electoral". La claridad de su propuesta y
las formas creativas de llegarle al pueblo, serán sus principales
herramientas. Tampoco la tiene fácil.
Notas
[1] http://www.facebook.com/video/video.php?v=340155692816&ref=nf
[2] Gustavo Rojas Pinilla fue un coronel dictador entre 1953 y 1957.
Creó la Alianza Nacional Popular de corte conservador-populista. Ganó en
las elecciones de 1970. Mediante el fraude se desconoció su triunfo lo
que dio origen a la aparición del M-19.
Más información: http://alainet.org
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
--
Esta mensagem foi verificada pelo sistema de antivírus e
acredita-se estar livre de perigo.
Nenhum comentário:
Postar um comentário